Campeón en los últimos futures de Buenos Aires y Rosario, Diego
Schwartzman estiró a cinco sus triunfos en 2012 y es el argentino más ganador
del año a ese nivel. Otro de los baluartes albicelestes sub 20, reflexiona con
BATennis sobre su progreso y envía una dedicatoria especial a la presión
positiva de Juan Mónaco.
La derrota permite la posibilidad de aprender de ella. Sí que este mensaje
surtió efecto en Diego Schwartzman después de perder ocho de sus primeras diez
finales entre 2010 y 2012. Sin dejarse estar y gracias al aplomo aleccionador
que da el ruedo profesional, pasó de un extremo a otro. La presente temporada es
un fiel testimonio y lo muestra como el líder en la lista de compatriotas
vencedores en ITF con cinco trofeos en sus últimas cinco definiciones y ahora
aspira a seguir con ese ritmo arrollador en el próximo paso.
Es que “El peque”, como lo apodan todos dentro y fuera del tenis, tiene la convicción de que el trabajo duro es indispensable para que los resultados lleguen, tanto como la paciencia para saber esperarlos y no bajar los brazos ante los reveses.
¿Qué cambio se produjo en vos para lograr esta efectividad?
Ganar la primera final en (Lima) Perú me soltó mucho. Me tocó una accesible por lo que adquirí mucha confianza. Lo demás vino solo. Y tenés que tranquilizarte. No jugaba mal las finales antes, solo que el otro era mejor. Los dos finalistas son en teoría los dos mejores del draw. No pueden ganar ambos o empatar. Eso no se ve desde afuera.
Entre sus recientes éxitos, la difícil pero gratificante semana en El Clú para la Copa Fila ocupa un lugar especial. Si bien las circunstancias climáticas no fueron las mejores luego que un temporal atroz azotara el evento con lluvias persistentes, Schwartzman sacó chapa de primer favorito y no decepcionó.
¿Te complicaron físicamente tantas interrupciones?
La verdad que sí. Ya la semifinal quería terminarla cuanto antes porque sabía que venía otro partido horas en seguida. Contra (Andrea) Collarini en el primer set tuve principios de calambres en la mano, el antebrazo y el cuádriceps de la pierna. Pero empecé a pensar en otra cosa y al verlo tan cansado a él me ayudó a estar sereno.
El torneo, cuyo sponsor principal es, además, el suyo, funcionó como un incentivo extra. Rodeado de toda su familia y su gente en la tribuna, recrea la atmósfera y se siente confiado.
Le hiciste el honor al poster que te tuvo como la cara promocional ¿no querés despegarlo de tu pared?
No, no. (Risas). El poster lo pido y me lo llevo para casa. Aparte es muy lindo. Estaba un poco ansioso por eso pero en la cancha no se notó.
Aunque su performance en los ITF lo llena de orgullo, sabe que sus alicientes no se detienen ahí. “Mi idea es finalizar el año con entre cinco y siete challengers. E ir a la mayor cantidad posible de qualies de torneos más grandes el que viene”, admite.
Australia puede ser una muy buena chance.
Sí, es el que más alto (en cortes) cierra. Tengo que sumar unos puntos. Si clasifico voy. Además fue una linda presión que me puso (Juan) Pico Mónaco en la pretemporada que hice junto a él y (Máximo) Machi González. Me dijo que no iba a hacer otra conmigo si no me preparaba para ir con ellos al Australian Open la próxima. Les agradezco de por vida por todo lo que me ayudaron y por sus consejos. Estoy cerca, pero falta. No hay que conformarse.
Por lo pronto, son dos los objetivos principales que el entrenado por Sebastián Prieto se propone: arrimarse a los 200 mejores y empezar a pensar un calendario donde los futures sean parte del pasado. “Busco asegurarme un ranking que me permita entrar adonde quiero y poder así armar otro cronograma distinto”, explica. Consciente de su mejoría, no obstante, no se sube al tren del exitismo y se augura un devenir de acuerdo a sus términos.
¿Cómo influye el famoso término “despegue”?
El despegue es relativo. Te puede ir muy bien, pero aparece una lesión y volvés para atrás. A veces se puede controlar y a veces no. Uno se pone mal cuando empieza a perder y ve las expectativas que los demás tienen.
En un tiempo donde el circuito es dominado por gigantes, y el promedio de altura en la elite es ostensiblemente mayor que antes, Schwartzman no tiene problemas para hacerse valer y vencer a rivales mucho más altos.
¿Pensás que es un buen mensaje para aquellos jugadores que no miden del 1.80m para arriba? ¿En qué aspectos hacés la diferencia?
La movilidad de piernas es clave. Sentirse seguro en esos puntos donde podés intentar meter la pelota, correr y saber que no te va a pasar nada. Lo mental también. Cuando estoy fastidioso por ejemplo tengo que tranquilizarme al siguiente punto. No tener problemas en jugar dos partidos en un día es el resultado de eso.
¿Ferrer es un paradigma a seguir?
Me encanta. Quizá mi juego es distinto, pero me veo reflejado con él en ese sentido. Mental y físicamente es un animal: nunca lo vas a ver enojado, o que no luche un partido. Llega a todas, pero te das cuenta del gasto físico que hace.
No es cosa de todos los días ser sparring del equipo nacional de Copa Davis para un jugador que sueña con llegar a ese mundo. Ni bien recuerda su experiencia más cercana en Parque Roca la semana del cruce contra Croacia, la mirada no deja de iluminársele. La misma que volverá con todo su esplendor en unas semanas cuando retome su participación en los entrenamientos preparatorios para el enfrentamiento de semifinales ante República Checa a mediados de septiembre.
Practicar con dos figuras emblemáticas como Juan Martín del Potro y David Nalbandián puede ser intimidante para cualquiera que está empezando a recorrer sus primeros caminos hacia el siguiente nivel ¿Cómo fue para vos?
Es que “El peque”, como lo apodan todos dentro y fuera del tenis, tiene la convicción de que el trabajo duro es indispensable para que los resultados lleguen, tanto como la paciencia para saber esperarlos y no bajar los brazos ante los reveses.
¿Qué cambio se produjo en vos para lograr esta efectividad?
Ganar la primera final en (Lima) Perú me soltó mucho. Me tocó una accesible por lo que adquirí mucha confianza. Lo demás vino solo. Y tenés que tranquilizarte. No jugaba mal las finales antes, solo que el otro era mejor. Los dos finalistas son en teoría los dos mejores del draw. No pueden ganar ambos o empatar. Eso no se ve desde afuera.
Entre sus recientes éxitos, la difícil pero gratificante semana en El Clú para la Copa Fila ocupa un lugar especial. Si bien las circunstancias climáticas no fueron las mejores luego que un temporal atroz azotara el evento con lluvias persistentes, Schwartzman sacó chapa de primer favorito y no decepcionó.
¿Te complicaron físicamente tantas interrupciones?
La verdad que sí. Ya la semifinal quería terminarla cuanto antes porque sabía que venía otro partido horas en seguida. Contra (Andrea) Collarini en el primer set tuve principios de calambres en la mano, el antebrazo y el cuádriceps de la pierna. Pero empecé a pensar en otra cosa y al verlo tan cansado a él me ayudó a estar sereno.
El torneo, cuyo sponsor principal es, además, el suyo, funcionó como un incentivo extra. Rodeado de toda su familia y su gente en la tribuna, recrea la atmósfera y se siente confiado.
Le hiciste el honor al poster que te tuvo como la cara promocional ¿no querés despegarlo de tu pared?
No, no. (Risas). El poster lo pido y me lo llevo para casa. Aparte es muy lindo. Estaba un poco ansioso por eso pero en la cancha no se notó.
Aunque su performance en los ITF lo llena de orgullo, sabe que sus alicientes no se detienen ahí. “Mi idea es finalizar el año con entre cinco y siete challengers. E ir a la mayor cantidad posible de qualies de torneos más grandes el que viene”, admite.
Australia puede ser una muy buena chance.
Sí, es el que más alto (en cortes) cierra. Tengo que sumar unos puntos. Si clasifico voy. Además fue una linda presión que me puso (Juan) Pico Mónaco en la pretemporada que hice junto a él y (Máximo) Machi González. Me dijo que no iba a hacer otra conmigo si no me preparaba para ir con ellos al Australian Open la próxima. Les agradezco de por vida por todo lo que me ayudaron y por sus consejos. Estoy cerca, pero falta. No hay que conformarse.
Por lo pronto, son dos los objetivos principales que el entrenado por Sebastián Prieto se propone: arrimarse a los 200 mejores y empezar a pensar un calendario donde los futures sean parte del pasado. “Busco asegurarme un ranking que me permita entrar adonde quiero y poder así armar otro cronograma distinto”, explica. Consciente de su mejoría, no obstante, no se sube al tren del exitismo y se augura un devenir de acuerdo a sus términos.
¿Cómo influye el famoso término “despegue”?
El despegue es relativo. Te puede ir muy bien, pero aparece una lesión y volvés para atrás. A veces se puede controlar y a veces no. Uno se pone mal cuando empieza a perder y ve las expectativas que los demás tienen.
En un tiempo donde el circuito es dominado por gigantes, y el promedio de altura en la elite es ostensiblemente mayor que antes, Schwartzman no tiene problemas para hacerse valer y vencer a rivales mucho más altos.
¿Pensás que es un buen mensaje para aquellos jugadores que no miden del 1.80m para arriba? ¿En qué aspectos hacés la diferencia?
La movilidad de piernas es clave. Sentirse seguro en esos puntos donde podés intentar meter la pelota, correr y saber que no te va a pasar nada. Lo mental también. Cuando estoy fastidioso por ejemplo tengo que tranquilizarme al siguiente punto. No tener problemas en jugar dos partidos en un día es el resultado de eso.
¿Ferrer es un paradigma a seguir?
Me encanta. Quizá mi juego es distinto, pero me veo reflejado con él en ese sentido. Mental y físicamente es un animal: nunca lo vas a ver enojado, o que no luche un partido. Llega a todas, pero te das cuenta del gasto físico que hace.
No es cosa de todos los días ser sparring del equipo nacional de Copa Davis para un jugador que sueña con llegar a ese mundo. Ni bien recuerda su experiencia más cercana en Parque Roca la semana del cruce contra Croacia, la mirada no deja de iluminársele. La misma que volverá con todo su esplendor en unas semanas cuando retome su participación en los entrenamientos preparatorios para el enfrentamiento de semifinales ante República Checa a mediados de septiembre.
Practicar con dos figuras emblemáticas como Juan Martín del Potro y David Nalbandián puede ser intimidante para cualquiera que está empezando a recorrer sus primeros caminos hacia el siguiente nivel ¿Cómo fue para vos?
Increíble. Les
gustó como jugué y hasta me agradecieron. Yo estuve increíble, pero porque ellos
te dan ese ritmo. Es difícil que no sea así. Delpo me aconsejó sobre los viajes,
pero no conversamos mucho de tenis. Y me felicito por cómo jugamos. Ahora que
voy a repetirlo va a estar mejor, más impresionante. Todavía.
Por Sebastián Capristo
Especial para BATennis
Especial para BATennis